Pionero, maestro, escenógrafo, productor, director: es difícil encontrar un título que pueda definir a Omar Díaz, aunque quizás condensando todas esas palabras en una sola, lo podría llamar artista.
Tiene 73 años y fue fundador de la Escuela de Artes Visuales, en aquel momento ubicada en calle España, hoy en Colón y España de Laboulaye. En la Escuela de Artes se jubiló como docente, pero fueron muchas las cosas que vivenció antes y después.
Seguramente mis lectores comprenderán que la vida y obra de Omar Díaz es muy conocida, pero nunca está demás consultar a un artista de su talla.
“Tengo 35 años de docente y he laburado en todas las escuelas secundarias de la ciudad, salvo la Gorriti, en la que nunca tuve la oportunidad”, comenzó narrando Omar, en una entrevista para Nexos.
Para el artista la Escuela de Artes es su “hija chiquita”, y lo dice quien tiene dos hijos varones junto con su compañera de vida Maby, que continuaron los pasos de sus padres en el arte, uno músico y el otro, cineasta.
Por citar unas de las labores que ha realizado últimamente, dictó clases en el Departamento de Cine y Televisión de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba, así como también en La Metro, instituto privado de enseñanza de cine en la misma capital provincial.
“Dirección de Arte para Cine” fue el Taller que, si bien comenzó como una unidad curricular alternativa, con el pasar del tiempo los alumnos fueron dándose cuenta que era una materia troncal dentro de la carrera. “Terminaron cursándola todos”, resumió Omar.
En La Metro el Taller de Arte para Cine, se hizo cátedra.
Paralelamente y siempre en la citada capital, dictó talleres en el Cine Club Hugo del Carril.
EL PRINCIPIO
Pero vamos al inicio de esta trayectoria artística. A los 17 años decidió ir a estudiar Escenografía a La Plata, cuando todos sus compañeros optaban por estudiar Medicina, Odontología, Abogacía, Contaduría, Veterinaria, etc., haciéndolo en Córdoba o en Buenos Aires.
“Ir a estudiar a La Plata era como ir a estudiar a la luna”, contó risueñamente el artista, dejando en claro que “no había ninguna relación” entre Laboulaye y la capital de Buenos Aires.
Pero se preguntarán porque eligió una carrera vinculada al arte, si en su casa no se hablaba de arte.
Omar contesta este interrogante con una vieja anécdota. “En el colegio Nacional había dos profesoras, la señora de Manavella y la señora Velazco de Gallona, que con muy buen criterio habían hecho un grupo de teatro vocacional en la escuela, dentro de la currícula del colegio”.
Las obras del colegio se representaban en el cine Roma y eran interpretaciones de autores españoles o argentinos. Omar tenía catorce años y quedó fascinado por un telón que habían traído de Buenos Aires.
Eran “telones de papel donde estaban pintados una salita, una galería, ¡gigantescos!”, relató con emoción Omar. “Así empiezan a nacer las vocaciones, muchas veces no tan pensadas”.
Al año siguiente fue el propio Omar junto con dos compañeros quienes hicieron el telón con bolsas de arpillera (que les habían dado en una panadería) y papeles de diario, pintando para una puesta en escena de “Jettatore” de Gregorio de Laferrère.
Luego, cuando el artista vio colgada la escenografía, se dijo: “Yo quiero hacer esto”, y el único lugar donde estaba la Licenciatura en Escenografía era en La Plata.
En ese momento su papá le dijo estas palabras: “No me hagas gastar plata de gusto, andá a estudiar lo que vos quieras”, y con el aval de sus padres partió a la capital de Buenos Aires.
Durante los años de cursado en La Plata, vivió momentos de mucho “miedo” porque en la Universidad había mucha vigilancia militar y en un momento llegó a haber un integrante del ejército por aula con la “ametralladora”.
Eran los inicios de la década del setenta del Siglo XX.
Ya finalizando la carrera, Omar hacía una ayudantía en la cátedra de Saulo Benavente en el Teatro Colón y también en el Instituto San Miguel de cine. Y el día que se recibió, Saulo Benavente les dio un consejo a todos los egresados: que descentralicen Buenos Aires, que vuelvan a enseñar a los lugares de donde provenían.
Casualmente, en febrero de ese año Omar había tenido dos importantes propuestas de trabajo en Laboulaye. En ese momento comenzaban a conocerse con Maby.
Ella, estudiante del Instituto San José que luego decidió estudiar Bellas Artes en el Instituto Manuel Belgrano de Buenos Aires; sin embargo, ambos empezaron a verse en un carnaval en Laboulaye, armando una carroza.
Omar decidió entonces radicarse nuevamente en Laboulaye y comenzó a trabajar en el recién inaugurado Instituto de Educación Superior “San José” como profesor de Arte y en la ENET como ceramista, siguiendo el consejo de su gran maestro Benavente.
A su vez en la ENET formó el Grupo TEA, llevando teatro no sólo a las salas de la ciudad, sino a la región, en escuelas rurales y también en grandes ciudades, como por ejemplo en San Clemente del Tuyú, donde dieron Teatro para Niños. Por esa gran labor con los alumnos de la ENET, es que el Rotary Club distrito Laboulaye lo postula como joven sobresaliente de Córdoba.
El artista con 36 años ganó aquel premio, que le fue entregado por el Ministro de Educación, el cual por su tradición, iba a ser su Padrino durante un año.
Con ese apoyo el artista, su compañera Maby y el grupo de teatro comenzaron a “elucubrar” lo que finalmente sería la Escuela de Artes Visuales.
Pasados los años, siendo director de la Escuela de Artes Visuales, decidió regresar a La Plata, para volver a ver su universidad después de 25 años. Allí se encuentra con la sorpresa de que había convocatoria a Post Grado. Se anota inmediatamente y su padrino de Tesis, además de pedirle todo lo que necesitaba para hacer el Post Grado, le recomendó que mostrara en la presentación el trabajo con el Grupo TEA.
Así fue: Omar desarrolló todo, la Tesis de Post Grado y la experiencia con el Grupo TEA. Terminada la exposición, una profesora muy conforme con lo desarrollado le preguntó a Omar si no quería ser consultor del Ministerio de Educación de La Nación, porque se estaban haciendo las bases curriculares de educación artística en los colegios secundarios. Omar aceptó.
“Soy uno de los tres culpables de poner teatro en los colegios secundarios”, confesó el artista, sobre un exitoso proyecto realizado desde el Ministerio de Educación.
“Después hicimos el cambio completo de las bases curriculares de todas las escuelas de arte para unificarlas”, continuó, contando su labor en el Ministerio. Con ese cambio no había que rendir equivalencias si el alumno cambiaba de provincia, por ejemplo.
HACE MUY POCO
Mucho más adelante en el tiempo, hace muy poco, Omar realizó Operas clásicas en la ciudad de San Juan, las cuales fueron muy bien recibidas por el público y por la prensa, particularmente por el tradicional diario El Zonda. El presupuesto para las puestas en escenas lo proveyó, principalmente, The Ariel Fundation de Virginia, Estados Unidos.
“Fue una experiencia muy linda”, dijo el artista sobre este éxito, que fue acompañado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de San Juan, la Filarmónica y el Coro estable de San Juan.
Las obras que ejecutó fueron “La Traviata”, “Elixir de Amor”, “Dido y Eneas” y “El Trovador”, y de “Cármen” hizo los bocetos de vestuario y escenografía. “Estaba totalmente dedicado a la Opera: yo dormía y vivía con mi mujer y con la Opera, era apasionante”.
Sobre el final de la entrevista Omar expresó que su papá y mamá siempre lo acompañaron en sus actividades artísticas: “Estaban orgullosos”, y destacó el apoyo de Maby, su esposa: “Hemos laburado juntos en todo”.
Además del apoyo de la familia, el artista destacó que siempre ha trabajado con amigos y “gente apasionada por el arte”, lo cual le facilitó todo. “Hemos laburado con una gran pasión”.
A sus 73 años Omar dice que ha vivido “del arte” y, sobre todo, cree fundamentalmente en la disciplina, el rigor, el estudio: “Para mí estudiar es una pasión”, resaltó, finalizando: “Todo lo que he hecho, lo he hecho con pasión”.
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