12 de marzo de 2013
Clemente: 40 años de una pasión argentina
La historia dice que Clemente surgió como personaje secundario de Bartolo, una tira cómica que Caloi publicó por primera vez en el diario Clarín, el 12 de marzo de 1973, casi como inaugurando otra etapa dorada para la historieta y el humor gráfico argentino, justo después del esplendor de revistas como Tía Vicenta de Landrú, por mencionar algunas de las tantas joyas que ha dado y sigue dando la cantera de nuestros dibujantes. No por nada, el Negro Caloi también ha fundado una estirpe familiar, con su hijo Tute, que está entre los mejores de esta nueva generación que forman Liniers, Diego Pares y tantos otros, que siguen firmes en las páginas de los diarios.
Pero volvamos a este importante aniversario, que se cumple por estos días. Bartolo era el motorman de un tranvía, que se cruza con una especie de ¿pájaro? sin alas y que habla un lunfardo bien porteño (que Caloi supo llevar al texto con maestría). A poco de iniciarse esta aventura gráfica, el tal Clemente se fue adueñando de la tira y tampoco tardaría mucho más en convertirse en un ícono de la cultura argentina, justo cuando el país se introducía en su noche más negra: el terrorismo de Estado.
Según refería su propio autor, el personaje se alimentaba inicialmente de moscas, pero su dieta cambió para mejor, con las aceitunas verdes que históricamente forman parte de la mesa del vermú. Todo, pero todo el universo de Clemente tiene que ver con el barrio, sus costumbres, su música y sus colores, por lo que el personaje también puede leerse como una manera de vivir la argentinidad, aunque a alguno le suene exagerado.
La consagración definitiva. Justamente desde el fútbol iba a llegar para Caloi su consagración como artista popular en el más amplio sentido de la palabra. Fue en los días previos al Mundial de Fútbol Argentina ‘78, cuando el relator José María Muñoz había empezado una fuerte campaña para que los hinchas dejen de tirar papelitos en los estadios, a tono con la idea de la Dictadura Militar de mostrarle al Mundo una Argentina “en orden”.
Rápidamente, el pequeño héroe salió en defensa de la alegría y le armó al relator “la guerra de los papelitos”, batalla que contó con el apoyo decisivo de todas las hinchadas del país, que apoyaron la causa y dieron por tierra las intenciones del relator más famoso y popular de la época.
La tele. Ya para el Mundial siguiente, el de España ‘82, Clemente tuvo otro paso decisivo al entrar en la animación y en la incipiente televisión a colores, con un micro programa que arrancaba las sonrisas de los chicos y que lanzó al Negro de Camerún, un Clemente versión africana que celebraba la histórica llegada de los “Leones indomables” a la Copa del Mundo. Desde esas épocas y hasta sus últimos días, Caloi tuvo una especial dedicación y pasión por la animación, vicio que lo llevó a hacer su destacado Caloi en su tinta.
Fue entonces cuando la Argentina recuperó las libertades cívicas y la sonrisa, pensando tal vez que tipos como Caloi y su hijo Clemente habían significado algo de luz en esos tiempos de oscuridad.
Fuente: http://www.diaadia.com.ar/cordoba
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