Me encuentro en la casa de
Teresa Zagorac,
Teresita para nosotros y
“Zago” para las amigas de Buenos Aires; queremos que nos cuente un poco sobre su vida personal y su trayectoria profesional.
Teresita es hija de Enrique C. Zagorac, pronto a cumplir 88 años, y de Martina Maciel, quien falleció hace más de un año en Laboulaye. Tiene dos hermanas, Carmen y Rosy. Por parte paterna es descendiente de croatas.
La docente comenzó contándole a Nexos:
“Cuando tenía cinco años, mis padres decidieron radicarse en Buenos Aires para que nosotras pudiéramos estudiar y conocer otras cosas que no fueran solo la vida del campo”.
En su
biografía se puede leer:
“Teresa es oriunda de Laguna Limpia, provincia del Chaco; no obstante, desde muy pequeña se radicó en Buenos Aires con sus padres y hermanas. Allí creció, pasó su niñez, adolescencia y juventud. Apenas radicados en Buenos Aires, los padres de Teresa trabajaron con mucho sacrificio para poder brindarles lo mejor a sus tres hijas”. Y agregó en la conversación:
“Lo que quiero rescatar fundamentalmente es lo visionarios que fueron mis padres, porque de tener toda una vida en el campo, por ahí con muchas durezas en algunos momentos, pensaron en sus tres hijas mujeres, en poder darnos la posibilidad de conocer y vivir otras experiencias”. Remarcó, además:
“Y les voy a estar totalmente agradecida por esa elección, porque me permitió ser quien soy”.
Teresa, la mayor, comenzó su educación primaria en la Escuela Integral Gabriela Mistral de Guernica. Dice:
“Era una escuela privada que tenía la particularidad de que se estaba todo el día; entrabas a las 7,30 hs. y nos retirábamos a las 17. Por la mañana se dictaban las clases teóricas hasta las 12; al mediodía se almorzaba y, por la tarde, cursábamos las materias como actividades prácticas: taller de música, educación física, taller de plástica y el idioma inglés”.
A medida que iban pasando los años, se iban incorporando las hermanas y la situación económica se iba haciendo más pesada, por lo que los padres decidieron cambiarlas de escuela, egresando tres años después de la Escuela Nº 19 de la misma ciudad.
Ella comenta que el
deseo por la educación se le dio desde muy chica; siempre respondía a la pregunta recurrente de “¿Qué vas a ser cuando seas grande?”, de esta forma:
“Maestra de dibujo”, con mucho orgullo. Le dedicaba mucho tiempo al dibujo y la pintura, desatendiendo muchas veces otras tareas escolares.
La escuela secundaria la realizó en el Colegio San José de San Vicente, un bachillerato con orientación docente, y desde allí, recomendada por su profesor de plástica, siguió sus estudios superiores en la Facultad de Bellas Artes de La Plata, donde se graduó como Profesora y Licenciada en Artes Plásticas con orientación en pintura en el año 1986.
Fue precisamente ese año, en instancias de presentación de tesis, que el Rector de la Universidad, Prof. Raúl Moneta,
“quien también fuera mi profesor de pintura, me habló sobre la Escuela de Artes Visuales ‘Luz Vieira Méndez’ y que estaban buscando profesores para esa escuela. Me comentó que él había sido compañero de Omar Díaz y que en ese momento era el director de la escuela de la que estábamos hablando”, relató la entrevistada.
“Primero, lo pensé; busqué Laboulaye en el diccionario para saber dónde estaba y cómo era y no tuve muchas referencias; sólo sabía que estaba en Córdoba y, como para cualquiera de nosotros la representación que tenemos de esta provincia son las sierras, dije que sí felizmente. Muy pronto, al llegar a Laboulaye, (primero vine como de vacaciones para conocer el lugar) me di cuenta que acá no había sierras y que todo era plano. Sí me encantó la hospitalidad de la gente que iba conociendo. Mucha calidez. Me llamó la atención la frase ‘Vení que te muestro la casa’ dicho por Mady, esposa de Omar el día que los conocí; y también ‘Hay agua dulce y agua salada’”, rememoró.
Luego, prosiguió.
“El mismo día que nos conocimos, Omar me llevó a la escuela; me gustó y acepté trabajar y vivir en Laboulaye. Nunca me arrepentí. Acá encontré mi lugar, formé mi familia y trabajé hasta hace muy poco en lo que siempre me gustó: el arte”.
Teresa cuenta también:
“En Buenos Aires había empezado a trabajar cuando estaba en el cuarto año de la carrera en el colegio secundario y al año siguiente trabajé en escuelas primarias, en un secundario y como suplente en el Nivel Superior. Comencé mi camino como profesional desde muy temprano”, destacó.
Y continuó:
“Cuando acepté trasladarme a Laboulaye, por supuesto tuve que renunciar a lo de allá. Acá trabajé primeramente en el Colegio Nacional por casi 25 años, también en la escuela Conrado Villegas como suplente y, por supuesto, en la Luz Vieira Méndez como profesora del Magisterio en Artes Plásticas, dando clases de Historia del Arte, Anatomía Artística, Pintura, Dibujo y en el taller de capacitación de adultos en pintura. Con el tiempo, la escuela se fue recategorizando, transformándose el magisterio en Profesorado. Así fue que surgió el Profesorado de Artes Visuales y se le agregó la Tecnicatura Superior en Artes Visuales. Fue todo un desafío”, recordó la educadora.
“En el año 2010 asumo como directora, primeramente como precaria (condición que a nadie le gusta, pero en esos años no había concurso) y en el año 2016 sale el concurso para directores y rindo para ser interina, terminando mi tarea hace muy poquitos días por jubilación. En el tiempo transcurrido de mi gestión pude agregarle a esta hermosa escuela el Profesorado de Música y el taller de Expresión Musical para los niños”, remarcó.
A su vez, Teresa comentó que a veces las cosas surgen, como por ejemplo el
Profesorado de Música, que comenzó a dictarse en 2014:
“Le dimos a la escuela otra cara, se tuvieron que ajustar los distintivos, agregar aulas”, mencionó Teresa. Ese año la cantidad de inscriptos que hubo fue inmensa, casi 60 estudiantes.
Los primeros profesores de Música egresaron en 2017:
“Fue muy bueno para Laboulaye y la región. Pudimos complacer la demanda de profes de jardines, escuelas primarias secundarias de Laboulaye y de afuera”.
Y este año se renovó una carrera.
“Desde el 2022 veníamos trabajando con todos los directores de escuelas de arte y profesores, en conjunto con supervisores de arte y la Dirección General de Educación Superior, sobre la actualización de las tecnicaturas que veníamos teniendo desde el 2002, cuyos planes de estudios quedaron obsoletos teniendo en cuenta los tiempos actuales, con mucha dinámica y todo atravesado por las nuevas tecnologías. Era necesario reflexionar sobre lo que estábamos trabajando y darle una refrescada aggiornando sus contenidos, su sentido o añadiendo nuevos espacios curriculares con temáticas más afines a las necesidades presentes”.
“Hoy el arte tiene otra lectura; las herramientas digitales y las redes no son ‘el cuco’, sino los modos de hacer y hacer circular el arte, hay otro modo de interpretar la actividad artística”, manifestó.
“Lo que uno tiene que hacer como artista es relacionarse, salir de la zona de confort, observar, estar más en comunión con su contexto y ver qué es lo necesario, lo que le hace falta a esa realidad o lo que le sobra, explorar la propia identidad, de dónde venimos, adónde vamos, qué quiero comunicar, cómo lo quiero hacer”, explicó Teresa, y aseguró que se tiene que
“capitalizar todo lo que el contexto tiene para realizar la propia obra y darle sentido, indagar también cómo hacerlo circular. Hay que hacer un arte más situado”.
Y completó:
“Las nuevas herramientas digitales son otros recursos para poder comunicarse. Hay que aprender a desestructurarse para crear nuevos modos de entender la realidad y de mostrarlo, que tenga mayor alcance, no solamente para salones o museos. Hoy el arte tiene que producir interrogantes. El arte tiene una finalidad estética y también comunicativa”.
“Además, las imágenes, todo lo que producimos, nuestro y de otros, lo colgamos en las redes sociales; esto hace que se creen nuevas formas de lectura, de percepciones, de maneras diferentes de entender la imagen”, argumentó.
En referencia a su
trayectoria, Teresa respondió.
“Me siento muy satisfecha; siempre fui una persona muy ambiciosa, en el buen sentido de la palabra. Me gustaba estudiar, aprender y hacer carrera”.
“
Dedico mi vida a lo que me gusta, vivo de lo que me gusta; no me puedo quejar. Me he capacitado mucho; hice de todo, siempre en función de la educación, del enriquecimiento pedagógico, curricular y artístico, para estar a la altura de las circunstancias. Estando acá realicé otra Licenciatura que ofrecía la Universidad Nacional de Cuyo, para crecer. Viajé por dos años y medio a Río Cuarto para cursarla y después mi tesis se trató sobre la historia de la Iglesia Jesús Redentor; por recomendación de los profesores terminó, en un libro:
‘Templo Católico Jesús Redentor. Investigación histórica, arquitectónica y artística’, presentado a la ciudad en el 2013.
Laboulaye me brindó mucho, hasta me posibilitó estudiar italiano y danzas nativas. Me encantó”.
“Para mí el trabajo con la educación es parte de la vida, le da un sentido al día a día”, y remarcó que cada etapa de su vida la engrandeció, que el haber pasado de ser docente a directora
“no me hizo modificar la conducta; por el contrario, se esplayó, se desarrolló, creció y pude establecer vínculos importantes dentro del mundo de la educación y el campo artístico”.
“El nuevo rol me posibilitó mirar la escuela desde otro lugar”. Teresa entiende que el trabajo de
director no se hace en solitario, sino que trabaja con un equipo. Y a las ideas, las inquietudes, ya vengan del docente, del director o de un preceptor,
“se les da cuerpo, se ponen en conversación con y entre todos, como trabajo colaborativo. De nada sirve que uno quiera imponer algo si no tienes seguidores. El trabajo en equipo los responsabiliza, los hace ser parte de las decisiones y por tanto los compromete”.
Y en relación a sus producciones artísticas, reconoció:
“Siempre me consideré más docente que artista; sin embargo, he realizado muchísimas producciones; he participado en muestras individuales y grupales, e incluso he tenido la suerte de vender. Tengo obras vendidas en nuestro país, otras que fueron a Alemania, Japón; tengo trabajos en Croacia… Siento que hice pero no todo lo que yo hubiera deseado hacer; el trabajo como docente demanda mucho tiempo”.
De su biografía traigo a colación su
impronta artística. Una primera época de naturalismo, luego la abstracción y ahora la exploración de materiales y su comportamiento en la obra de arte:
“El dibujo de
figura humana es el leitmotiv de todas sus obras. Lo humano representa, para ella, la vida y por ella pueden pasar todas las emociones y sentimientos. A esta época pertenece su serie
La Cola del Agua, donde trató de expresar aquellas necesidades que descubría en la sociedad, que parecía estar ciega de tales cosas. Un desfile de desalineados personajes que luchan por obtener aquello que deberían poseer por derecho en cada uno de sus hogares. Experimentó el
color hasta su momento definitivo tratando de lograr el tono de la humildad, de la suciedad tanto en los atuendos como en esa piel curtida por la carencia del líquido precioso. Se preocupó por los detalles con el simple objetivo de lograr personajes situados”.
“Mucho tiempo después, coincidente con los estudios de una nueva licenciatura que ofrecía la Universidad Nacional de Cuyo, en intercambios con artistas mendocinos, comienza a incursionar en la
Abstracción, la cual se presenta con grandes desafíos y se aleja de los pequeños formatos, realizando ahora obras de notable tamaño. Esta obra es diferente; con ella trata de encontrar el punto máximo, su centro de atención más exacto. Aparece todo su ser donde lo gestual y el color intencionado hacen de la obra un mundo lleno de fantasías y de imaginación, donde el ritmo, geometrías, transparencias y las diferentes texturas juegan sin cesar en cada tramo de la obra, sugiriendo algún sentimiento que trasciende de su infatigable corazón, llegando al espectador tal cual la artista lo desea o logrando que alguno de ellos resemantice la obra partiendo de la suya.”
“La imagen de esta artista es resultado de búsquedas incansables experimentando con la composición, los colores y también con los soportes a los cuales ella considera de indudable valor, ya que en sus obras poseen un papel muy importante. Fabrica sus propios soportes desde papeles artesanales de material reciclado, como los producidos directamente de fibras vegetales, los que son utilizados para dibujar, grabar (sobre todo xilografías y gofrados), a veces también para pintar aprovechando lo que la casualidad deja en la superficie”.
Finalmente le pregunté a Teresa qué proyectos tiene en la actualidad:
“Me jubilé del trabajo que venía haciendo, pero no del cerebro. Sigo estudiando, mantengo una rutina, pero ahora yo pongo los horarios. Estoy haciendo una maestría de investigación sobre la práctica artística que me encanta y me permitirá trabajar sobre mi propia producción artística, obligándome a hacerla, si se quiere, y eso me gusta. Por mi trabajo en la Dirección de la escuela, con su demanda, había dejado un poco de producir. Ya estoy en ello”.
“También sigo estudiando idiomas. Desde hace cuatro años estoy con el idioma croata (la lengua de mi abuelo) y me va muy bien. Ya puedo escribirles a mis familiares de Croacia y a veces hablar un poco, aunque no es fácil, es una lengua muy dura. Me defiendo bastante. Y por supuesto pienso viajar”, cerró Teresita.