El astrónomo estadounidense Josef Allen Hynek introdujo en 1972 la terminología
Encuentro Cercano: un evento en el cual una persona es testigo de la presencia de un objeto volador no identificado y en ocasiones, de sus hipotéticos ocupantes. Un encuentro cercano del tercer tipo es la observación de un OVNI junto a entidades biológicas llamadas originalmente seres animados, según la clasificación que también estableció Hynek.
Esta historia está basada en un informe oficial acerca de lo citado anteriormente y tuvo lugar en un campo no muy lejano a Laboulaye: el relato de tres personas -cuyas identidades por ahora preservaremos- que se encontraban en una casa y fueron testigos de presencias que calificaron al menos como no humanas.
Esta será la cruda, estremecedora y además fría descripción de la experiencia vivida por tres
jóvenes en aquel entonces de 15, 16 y 18 años que, como se anticipó, se hallaban en una vivienda de una propiedad rural ubicada 5 kilómetros al noroeste de Laboulaye.
Era de noche y una tormenta eléctrica acechó la hora nocturna que rondaba entre las 23:30 de un día miércoles. Walter, Ramón y Luis debieron resguardarse allí y posponer el regreso a sus hogares de Laboulaye.
A la hora señalada uno de ellos toma la decisión de volver a la ciudad; sale de la casa y observa algo: una luz en la entrada del campo que apuntaba hacia la tranquera, la cual confunde con el faro de un vehículo. Ante el estupor de los testigos,
“la luz se desplaza unos 300 metros hacia el norte, agrandándose a una dimensión tal que ilumina la casa y deja en penumbras otra vivienda situada aproximadamente a 300 metros, el domicilio principal, deshabitado”, refiere el investigador del fenómeno OVNI, Aquilino Gontero.
La confusión fue total; la incertidumbre cedió el paso al caos y éste a un miedo desconocido para aquellos tres involuntarios implicados. El servicio de energía dejó de funcionar, los animales se desbordaron; había caballos y un perro galgo llamado Corbata que intentó ladrar desesperadamente, aunque no lo logró porque los jóvenes se lo impidieron: mantuvieron su boca cerrada ya que no querían ser delatados.
Es que allí un hecho de proporciones que todavía es difícil determinar, sucedió ante las atónitas miradas de los amigos: de la luz suspendida emergen
“una hilera de varios seres que desvían su camino hacia la casa deshabitada. El temor hizo que los muchachos se introdujeran en la casa y se encerraran apuntalando la puerta con lo que tenían a mano”, cuenta Gontero.
¿Cómo podría continuar la exposición de este informe sin hacer uso de la palabra terror? Porque fue eso lo que definitivamente sintieron Walter, Ramón y Luis cuando vieron -aún ignoran de qué manera- que una de las entidades “subió a un poste de una tranquera de un metro treinta de alto y unos veinte centímetros de grueso. Apoyada al poste se encontraba una rueda de carro antigua y el ser se ubicaba a unos 10 metros de donde ellos lo miraban”.
Los detalles de esta observación fueron obtenidos por las hendijas de una persiana y el ojo de una cerradura… Ocurría un 2 de diciembre de 1991.
De pronto, se escuchó un irreproducible chirrido…
Continuará…