4 de junio de 2013
Hoy se celebra el ''Día del Cuarteto''
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Los dedos de la mano izquierda de Leonor eran mariposas saltarinas. Como si cada tecla fuera una flor. Fueron justamente esas mágicas manos las que darían vida a lo que hoy mueve a gran parte de Córdoba. A lo que hace latir el corazón de los cordobeses. Justamente ahí, en ese “tun” - “ga”, “tun” - “ga” que marcaron los dedos de esa piba que tocaba el piano como nadie. Ahí arrancó esta historia.
Leonor Marzano, allá por 1943, daría nacimiento casi sin saberlo a un nuevo género musical. Su padre, Augusto Marzano, en ese año decide formar el ya inolvidable Cuarteto Característico Leo. Con apenas cuatro instrumentos que marcarían el hito: piano, contrabajo, violín y acordeón.
Fue allí, con la Leo en el piano, cuando la tarantela y el pasodoble empezaron a darse la mano para dar a luz a ese extraño nuevo ritmo: el cuarteto. Esa primera mítica banda estaba conformada por nombres que pasaron a la historia como si hubieran sido los primeros en pisar la Luna: Augusto Marzano en contrabajo, Miguel Gelfo en acordeón, Luis Cabrero en violín y la gran Leo, que hacía hablar al piano.
La fecha exacta dice que fue el 4 de junio, cuando debuta en una audición de LV3 (la hoy famosísima Cadena 3). Para ya no detenerse nunca más.
Cuarteto Característico Leo empezó a recorrer el interior y las zonas rurales para animar todo tipo de fiestas. Tinglados y pisos de tierra los recibían en cada punto, con gente que tenía ganas de bailar. Recién 10 años después grabarían su primer disco y tres años más tarde empezarían a arrimarse a Córdoba capital. Ya con Carlitos Rolán como voz principal.
Cerca del final de la década del ‘60 el cuarteto tomaba fuerza. Se hacía guapo. Y aparecía Eduardo Gelfo (hijo de Miguel Gelfo y Leonor Marzano) con sólo 19 años integrando el grupo junto a sus padres. Había un cambio generacional y una semilla plantada.
Allí la historia se trastocaría para siempre. El cuarteto empezaría a mutar. A generar nuevos hijos. Y a desarrollarse hacia el gigante que busca comerse el país haciendo pie en Córdoba.
Uno de ellos fue el Cuarteto Juvenil Berna, con un tal Carlitos Jiménez en la voz. Un negrito que tenía personalidad y que quería llevarse el mundo por delante. Algo que conseguiría. Jiménez luego formaría el Cuarteto de Oro y ya el éxito no lo abandonaría jamás.
Fue recién en el ‘88 cuando la Mona tocó por primera vez en Buenos Aires, empezando a abrir un camino que luego fue seguido por las demás bandas que empezaban a surgir.
El cuarteto mutó, claro. Y el género fue tomando otras ramas. El nacimiento de Chébere fue clave, con un estilo de cuarteto más refinado. Incorporando, además, nuevos instrumentos de viento. Fue en 1974 cuando nace Chébere y allí habría otro gran quiebre en la historia. Desde allí, los conjuntos decidieron seguir dos líneas: el cuarteto característico (con La Mona Jiménez a la cabeza) y el moderno (made in Chébere). Y hasta el día de hoy nacieron infinidad de grupos y solistas que marcaron época, desde el ‘90 hasta hoy. Con un grupo que se destacó con paso arrollador: Trula-lá, de la mano de Manolito Cánovas. Trula fue y sigue siendo la gran escuela para un sinnúmero de bandas que se fueron creando bajo su ala. Con voces como el inolvidable Gary, la Pepa Brizuela, Cristian Amato, Sandro Gómez, Marito y más. Cada uno siguió su camino, pero desde el sendero que les marcó Manolo, un visionario.
Sin olvidarse de Rodrigo Bueno, ese pelilargo que se fue a Buenos Aires tras el sueño de triunfar y terminó haciéndole cantar al país el himno “soy cordobés, me gusta el vino y la joda, y lo tomo sin soda porque así pega más. Pega más”.
Todos ellos fueron escribiendo pequeños capítulos de esta gran historia. Ariel Ferrari, Cachumba, Toro Quevedo, Bladys, Orly, Rubinho, Sabroso, Sebastián, La Barra, Banda XXI, Damián Córdoba, Ulises Bueno, Jean Carlos, Walter Olmos, Walter Romero, Alberto Tosas, Banda Express, Con la Música en la Sangre, el Turco Julio, Pelusa, La Konga, La Sonora Dany, Pablito Ravassollo, Chipote, El Sello, El Ritmo, Santamarina, Heraldo Bosio, Manto Negro, Miguel Alejandro, Jorge “Muñeco” Daniel, Fabián, Don Chicho, Osvaldo Corazón Gaitán, La Muchachada, Sandunga, Ricardo Galván y su cuarteto, Leonardísimo Miranda, Don Oscar, el Loco Amato y La Fiesta, Claudio Toledo, La Onda, Doble Cuarteto, Los Cuatro para el Ritmo, Chun Chulas, Quesito y La Banda de Carlitos, Alejandro Ceberio, Coquito Ramaló, Aldo Kustin y tantos más que habría que llenar cientos de páginas.
La Sociedad Belgrano, Los Diablos Rojos, Atenas, El Superdeportivo, Salón Palermo, El Argüello Juniors, El Sport Club de Villa Allende, la Usina, Forja, Villa Retiro, Las Palmas, Rieles Argentinos, son sólo algunos de los escenarios que los vieron pasar. Junto con los valientes empresarios que también apostaron por este género.
Todos ellos. Ayer y hoy le metieron el pecho para darle una identidad a este cuarteto tan amado. Se necesitó mucha lucha. Demasiada pelea. Contra la discriminación. También contra el odio. De los que sentían que no era música para la alta sociedad cordobesa. El tiempo, claro, le terminaría dando la razón a la Leo y a sus dedos mágicos. Feliz día, cuarteto. Sin vos, Córdoba no sería la misma. Jamás.
Fuente: Día a Día
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