Guillermo Bonamico sobre IGB en Laboulaye: “Vivo para y por esta empresa”

En Laboulaye, Guillermo Bonamico comenzó fabricando balanzas electrónicas a pequeña escala, luego de recibirse de Ingeniero Electromecánico con orientación en Electrónica en Buenos Aires. Ese pequeño emprendimiento lo realizó para hacer lo que más le gustaba, trabajar en la electrónica, en una ciudad donde todo estaba por hacerse.

Hoy, Guillermo tiene montada una empresa llamada IGB (Ingeniero Guillermo Bonamico) que es un modelo para la ciudad y región.

N- ¿Cuál fue tu formación universitaria y dónde estudiante?

G- Estudié Ingeniería, que en aquel momento se llamaba Electromecánica con orientación en Electrónica, en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Arranqué más o menos en el ´78 y terminé en el ´86.

La carrera era de 6 años, pero en segundo año me dediqué, podríamos decir, al divertimento.

¿A qué llamo el divertimento? Cosas sociales, me asocié a la Cinemateca Argentina, veía 3 o 4 películas por semana. También me hice socio de la biblioteca de Harrods, de la cual leía más de diez libros mensuales, además de estudiar escultura en dos talleres, dejando en segundo plano los estudios de la carrera. Perdí segundo año. Intenté dar libre la materia Física II, me bocharon, quedé libre y perdí un año completo, porque esa materia era correlativa a todas las de tercero.

Después seguí normalmente.

N- ¿A raíz de tener ese título surge la idea de tener un emprendimiento de trabajo? ¿Cuál es la génesis de IGB?

G- En realidad, lo único que quería era trabajar en temas de electrónica y vivir de eso. Jamás se me ocurrió tener una empresa en aquellos años. No tenía pensado “cuando termine la facultad voy a tener una fábrica”, no.
Cualquier cosa me daba igual con tal de trabajar en electrónica. Como no había en la zona ninguna empresa relacionada con la industria electrónica, la única forma fue hacerlo por cuenta propia.

Así nació, asociado con un amigo del colegio secundario, Mario Magris de Rufino, la idea de empezar con las balanzas.

La primera balanza que hicimos fue una para frigorífico, que la pusimos en Marú de Rufino, en aquellas épocas en que me volvía loco porque eran las 4 de la mañana y tenía que salir corriendo a Rufino a arreglarla porque estaban faenando en ese momento. Le agarraba un poquito de humedad y se volvía loca, no era demasiado inmune a la humedad y no andaba bien. Ese fue el primer intento.

N- ¿Con cuántos empleados se mueve IGB hoy y cuál es la dinámica de trabajo?

G- Un día de trabajo, las cuarenta y dos personas que trabajan en IGB, hacen reparaciones de equipos que hemos entregado en años anteriores, tanto en garantía como fuera de garantía. Se fabrican los equipos electrónicos de pesaje para básculas Magris, los equipos electrónicos para las rotoenfardadoras de Mainero y en la planta metalúrgica hacemos desde cortes y plegados para terceros en acero inoxidable o chapa negra, hasta una línea de máquinas de fin de línea entre las que se encuentran embolsadoras, silos, tamizadores, envolvedoras de pallets, etc.

N- ¿A qué público están destinados los productos de IGB?

G- En general, la mayor parte de nuestra producción va destinada al campo. Tenemos las balanzas que van al agro para la cosecha que equipan las Monotolvas, las que van en los Mixers para mezclar la ración en los feedlot de los tambos, como así también equipos de pesaje especiales para fertilizadoras, carros forrajeros, pesaje de hacienda, etc. Estos representan un altísimo porcentaje de nuestra producción. En una cantidad menor, pero también ocupa a mucha gente acá adentro, las máquinas de fin de línea con destino a plantas industriales.

N- ¿En algún momento IGB llegó a un cuello de botella?

G- Hemos tenido problemas en muchas oportunidades, ya sea por el clima, hasta por las condiciones del país en el 2001-2002, la 125, la sequía, la hiperinflación. Más que cuello de botella, son como bajones en el camino o pozos, donde uno cae y después de recupera y cuando está arriba encuentra otro bache.

Cada 2 o 3 años tenemos algún problemita: que bajan las ventas, que se rompe esto, que se rompe lo otro o sucesos externos que afectan a la empresa. Cuando alguna cosa sucede que hace que los clientes se retraigan y no compren, la empresa sufre la baja de ventas y consecuentemente, problemas de financiamiento, atraso en la compra de materiales, etc.

N- Proyectando la empresa en el tiempo, ¿cuál sería el techo de IGB?

G- Un techo siempre hay, el techo fundamental está marcado por el mercado disponible, todo depende de qué porcentaje de la torta de ese sector es de cada uno.

Nuestro crecimiento puede estar marcado más que todo con que crezca la torta, no que crezca nuestra porción, pero si podemos crecer en algo será en la parte de envasadoras porque en lo electrónico estamos bien posicionados y difícilmente haya un crecimiento explosivo, porque ya tenemos una buena porción del mercado.

Pienso que si viene algún crecimiento no va a ser por los componentes electrónicos, sino por el lado de la metalmecánica, la fabricación de máquinas de fin de línea.

N- ¿Qué importancia le dan a las exportaciones?

G- Hemos exportado al Uruguay en forma directa varias máquinas, pero es más la cantidad de productos que van como agro-partes en máquinas de nuestros clientes. Por ejemplo, si Mainero vende un Mixer en Australia es probable que lleve nuestra balanza. Puede ir a Australia, a Sudáfrica... Hay productos nuestros en Ucrania, pero no como marca nuestra, sino con la de nuestros clientes corporativos. Es un mercado importante, estable; la demanda se mantiene, pero no es significativo en cuanto a volumen todavía.

N- ¿Qué significa IGB para vos, teniendo en cuenta que lo que querías en la vida era trabajar de la electrónica?

G- Esta empresa funciona como si fuera yo. Toda empresa tiene la impronta personal de su dueño, y esta funciona como yo creo que debe ser. Vivo para y por esta empresa, porque amo que lo hago y porque no haría ninguna otra cosa por ningún otro motivo.

También me siento muy bien en Laboulaye; yo no soy de acá, pero tampoco viviría en ningún otro lugar por ningún motivo. Yo vivo en Laboulaye y es mi lugar en el mundo. Esta empresa dentro de mi lugar en el mundo, es mi mini lugar en el mundo.

Es lo que me gusta hacer, es lo que hago todo el tiempo. Porque si estoy en mi casa, sigo trabajando con el cerebro lo que estoy haciendo acá, no me desconecto nunca. El famoso “andate de vacaciones, que te desconectás” a mí no me funciona, yo no me desconecto.